#OpiniónLVDP | ADRIÁN RUBIO

✍🏻 ADRIÁN RUBIO (@arubiocremades) | Yo Soy Noticia

Aunque el optimismo y los buenos augurios siempre acaban colándose en las previsiones de periodistas y aficionados antes de una temporada, lo cierto es que bajo mi punto de vista y transcurridos los meses, analizado todo con más calma y en su contexto adecuado, realmente teníamos muy pocos argumentos de peso a los que aferrarnos para confiar en un desenlace muy distinto para el año del Valencia CF Mestalla. Cuando además de andar por el alambre sin red debajo te vendas los ojos, y cargas peso a la espalda, lo normal es que acabes perdiendo el equilibrio. Se mire por donde se mire.

Y Meriton dejó sin protección, mimbres y recursos al segundo equipo masculino del Valencia CF de cara a la ya concluida campaña 20/21 en la ya extinta Segunda División B. Un regalo envenenado para dos técnicos de la experiencia, bagaje y éxito en planteles jóvenes como Óscar Fernández y Miguel Ángel Villafaina, a quienes este curso el escaparate del VCF Mestalla les ha acabado quemando sobremanera. Porque digamos las cosas como son: el máximo accionista del club descuidó exageradamente a los mayores, y esa dejadez acabó salpicando al filial. Se puede señalar que, incluso con todo lo malo, seguramente ha habido mimbres como para no acabar siendo el peor conjunto de toda la categoría en cuanto a números, el peor filial de España. Pero es que sobre todo el vestuario ha adolecido de las gotas de madurez y liderazgo que en otras circunstancias hubieran permitido rascar más puntos en partidos que, de forma desesperante, se fueron al limbo. Y así se fue entrando en un agujero que cada vez era más profundo, y donde no se supo mover un grupo de futbolistas carente de cicatrices y heridas de guerra en batallas de un calibre similar.

Pero si la planificación imprudentemente fió el destino del filial a la explosión estelar de los jóvenes e imberbes talentos del equipo, chicos que en muchos casos no contaban con un amplio recorrido en esta exigente categoría y habían saltado desde el Juvenil para adquirir galones a marchas forzadas, las demás circunstancias tampoco ayudaron a que se pudieran evitar los dos descensos de este infausto curso 20/21. La falta de profundidad en el plantel de los mayores hizo que hubiera que echar mano de piezas clave del filial durante varios meses, algo que no venía ocurriendo en temporadas previas. Pilares como Esquerdo, Koba, Guillem Molina o Sibille dejaron huérfano (sobre todo los dos primeros que fueron los que más tiempo estuvieron arriba) al equipo durante varias jornadas, y eso todavía complicó más las cosas. Sumémosle un calendario más comprimido que en el pasado, sin apenas margen de error ni espacio para que las promesas valencianistas madurasen en la primera vuelta y resolviesen en la segunda, y el cóctel es perfecto para saborear un desastre de cantera como el que hemos visto.

Eso sí, en mi opinión, los brotes verdes siempre van a estar en un banquillo que me merece todo el respeto por lo que han demostrado antes de esta última parada en el Antonio Puchades de Paterna. En otras circunstancias, un tándem top en la categoría que con más tiempo y cariño desde la gerencia hubiera sido capaz de sacar la mejor versión de las perlas que la inagotable factoría valencianista va ofreciendo cada temporada. La pena es que ahora se van a tener que forjar en la 5ª categoría nacional aunque, como me dijo una vez un conocido ex futbolista ché, lo importante en un filial debe ser la cantidad de jugadores que lanza hacia el primer equipo y no tanto los resultados o la categoría donde compita. Veremos qué pasa con talentos como Jesús Vázquez, Fran Navarro, Hugo González (de más a menos el chaval), Pablo Gozálbez, Menargues, Molina, Koba, Esquerdo o Sibille, destacados en mayor o menor medida en el VCF Mestalla pese a todo lo negativo aquí expuesto.

En un universo distinto, sin Meriton dinamitando toda la estructura deportiva del club desde antes de empezar a jugar, las cosas podrían haber sido muy distintas. Pero no se le dio al filial el contexto más propicio para destacar en una categoría como la Segunda B, donde las imprudencias se pagan, y cuando ni tan siquiera te funcionan los fichajes de invierno con un William De Camargo que empezó bien y luego se diluyó, o un Ouattara pasado de peso que no pudo contribuir, estás destinado a acabar muy mal.

Todos tienen su cuota de responsabilidad, pero los focos sobre todo a los que van de traje y corbata. Los del chándal y las botas le han puesto ilusión y ganas, de eso no me cabe duda, pero si en planificaciones más serias del club ya se sufrió para salvarse en temporadas previas, ¿cómo no íbamos a acabar así ahora? A toro pasado todo esto se entiende perfectamente, con claridad meridiana, y quizá al entorno nos cegó la ilusión cuando acudíamos a ver los partidos y siempre queríamos ver el vaso medio lleno. Pero milagros, a Lourdes…

 

📸: Valencia CF / Levante EMV

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